No debe haber viajero que pase por Roma, que no se asome a la mundialmente famosa Fontana di Trevi para admirarla y arrojar las monedas con la esperanza de que se cumpla la promesa de volver a la ciudad eterna. La fuente está realizada en mármol y adosada al Palacio Polies. Con sus 25,9 m de alto y 19,8 de ancho es ésta la mayor de las fuentes romanas barrocas y debe su fama en gran parte al cine. Cuando el Papa Clemente XII
organizó un concurso de ideas para la fuente, se cambió su
emplazamiento original a la cara actual de la plaza para que el papa
pudiera verla de frente desde el Palazzo del Quirinale, fue encargada a Berdini.
La fuente se ubica sobre un antiguo acueducto romano y sigue la
costumbre de señalar la surgente de agua con una pila. Aunque en este
caso, en pleno período barroco, la simple pila de antaño se transformó
en una gigantesca obra de arte de la época.
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