Cuando Botticelli realiza esta obra en pleno Renacimiento italiano no podía ser completamente consciente de la trascendencia que supondría para el arte posterior. llama la atención su enorme formato, la pintura profana casi nunca utilizó estas dimensiones, esto le confiere un carácter de cristianización. El
tema del cuadro es extremadamente complejo: abundan las figuras de la
mitología clásica, pero no componen ninguna escena conocida de los
textos clásicos La presencia de la diosa Flora, heraldo de la Primavera,
es lo que dio su nombre al cuadro, que aparece presidido por Venus y
Cupido,Botticelli lo pintó para Lorenzo di Pierfrancesco di Médici, miembro de la prestigiosa familia Médici.
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